Superar una ruptura de pareja: el aprendizaje que hay detrás

Superar una ruptura de pareja, en general, nunca es fácil. Aunque es cierto que el grado de sacudida emocional que desencadena un acontecimiento así en nuestras vidas, depende mucho de las circunstancias concretas de la ruptura y del nivel de trabajo interior que ya hayamos realizado. 

En este artículo no me centraré en las típicas “claves para superar una ruptura” porque, considero que estas claves las puedes encontrar en otros artículos, (aquí te dejo uno). Y, porque aunque es cierto que lo más sano es atravesar las etapas del duelo que la psicología reconoce, nunca hay fórmulas que funcionen de manera estándar para todas las personas. 

La manera en la que te propongo que abordemos el fin de una relación de pareja, es aquella en la que podemos “sacar partido” de la comprensión de lo que ha supuesto ese vínculo para ti. Es decir, que puedas utilizar ese «darte cuenta», para poder modificar aquello que consideras que no te hace bien en una relación, y así obtener un resultado diferente en las que mantengas en un futuro.

En los momentos puente entre una relación y la siguiente, es donde debemos hacer uso de todas las herramientas que tengamos a nuestra mano, para poder abrir ese espacio de indagación que nos ayude a “vernos interiormente”. Será ese espacio el que nos aportará la información que necesitamos para poder actuar, trabajar y sanar todo aquello que existe en nosotros y que funciona como un atractor de determinados perfiles de pareja.

Pero ya te aviso que para realizar ese movimiento, es necesario que dejes de lado el victimismo, para poder situarte en un espacio más consciente y más alejado de todas aquellas trampas que tu ego te presenta – en forma excusas, culpas y rencores-, con el objetivo de imperdirte ver lo que realmente importa, que es el aprendizaje que se esconde tras esa ruptura.

Ver más allá de la ruptura

Es necesario que entiendas que todas y cada una de las relaciones que mantienes en tu vida, pero, sobre todo, las de pareja, están diseñadas para que te liberes. ¿De qué?, de tus miedos, de tus inseguridades, de tus expectativas, y, sobre todo, de aquellas partes de ti que un día enviaste a la sombra (inconsciente, según C. Jung), por la incomodidad que te producía sentirlas.

Todas tus emociones no reconocidas y todo aquello que reprimes y reprimiste para poder adaptarte a tu entorno, se acumula en tu inconsciente, y acaba provocándote malestar incluso a nivel físico. No podrás avanzar hasta que todas esas emociones no sean reconocidas y liberadas.

Así, la relación que ahora ha acabado – al igual que todas las que has mantenido a lo largo de tu vida -, tenía la función de poner luz en aquellas partes de ti que necesitan ser sanadas y trascendidas. Sí, bajo esta óptica y, aunque no te guste nada la idea, tu expareja se convierte en tu maestro/a, y tu relación con él/ella, en el escenario perfecto para poder liberarte de esos traumas inconscientes que siguen influyendo y complicando tus relaciones.

Es momento entonces, de que no te victimices, independientemente de las circunstancias que hayan llevado a la ruptura, y de que uses esa relación para, mediante un proceso de autoindagación, ver qué aspectos de ti se ponían más en juego mientra estabas en ella.

Para poder usar tus relaciones con el objetivo de no volver a repetir los mismos patrones que no te aportan felicidad, te propongo algunas preguntas que pueden servirte de guía para tu autoindagación. Es necesario que para contestarlas, dejes de lado cualquier tentación de sentirte víctima, y te sitúes en la honestidad:

  1. Cuando dejas de sentir satisfacción en tus relaciones, ¿a qué se debe?
  2. ¿Qué aspectos de la relación han contribuido a tu infelicidad o malestar?
  3. ¿Sientes que en tus relaciones siempre se repite algún factor problemático?
  4. Si has identificado algún patrón o dinámica que se repita, ¿qué podrías hacer para que eso cambiara?
  5. De tu última relación, ¿puedes ver qué grado de corresponsabilidad has tenido para que la relación acabase no funcionando? 

A modo de resúmen, piensa en cómo la relación y la ruptura te han revelado aspectos de ti, de tus necesidades, de tus deseos y sobre todo de tus heridas. Podrás identificarlos si te centras en aquello que más malestar te ha provocado.

La autoindagación a través de la relación

Es muy común, cuando las relaciones no funcionan, que las personas se pregunten por qué siempre dan con un determinado perfil de persona o por qué siempre se acaba repitiendo el mismo problema en cada relación.

Aquí es donde entran en juego los patrones aprendidos en la infancia sobre cómo interiorizamos nuestro modelo de amor, en función de la relación que vimos en nuestros padres y en función también, de los traumas relacionales que hemos ido acumulando.

Pero para poder ver todo esto, es necesario situarse en la responsabilidad personal, y reconocer que hemos contribuido de alguna manera a la dinámica de la relación fallida. En lugar de culpar exclusivamente a la pareja o las circunstancias, podemos preguntarnos qué podemos hacer de manera diferente en futuras relaciones. Este movimiento, sin duda, te llevará a poner consciencia en el perfil de pareja que elijas y, en consecuencia, evitar repetir situaciones que no quieres en tu vida.

La última fase de este proceso de identificación de patrones es tomar medidas para evitar la repetición de comportamientos dañinos. Esto puede implicar la toma de decisiones más conscientes en las relaciones futuras. 

En ocasiones, realizar este trabajo interno requiere de acompañamiento profesional para poder aprender estrategias para cambiar aquellos modelos internos que no queremos que entren más en juego en nuestras relaciones. Aquí te dejo mi contacto por si necesitas ayuda con ello https://bertafernandez.com/contacto/

Vive tu ruptura como una oportunidad

La experiencia de comprensión de ti mismo y aprender a amar todo aquello que te sucede, son dos de los objetivos esenciales de la vida. Y aquí es donde tus relaciones cumplen un papel fundamental para ayudarte a cumplir esos objetivos.

Por supuesto, permítete llorar, estar triste, echar de menos, y todas aquellas emociones que de manera natural surjan en ti para procesar esa pérdida. Es un proceso que debe tener su espacio y su tiempo.

Cuando te sientas más en calma, será el momento de dejar de culpar o culparse y aprovechar esta magnífica oportunidad para poder ver aspectos de ti que, sin esa relación, no habrías podido hacer conscientes. A partir de aquí, tienes la oportunidad de trascenderlos para poder disfrutar de nuevas relaciones, mucho más plenas.