El peligroso mito del amor romántico y la media naranja

Desde que tengo uso de razón, todos los imputs que fui recibiendo acerca del concepto del amor y de las relaciones de pareja, fueron los mismos. Todos con el mismo telón de fondo: el amor romántico.

Una idealización del amor que sigue presente hoy en día en la industria del cine, de la música y, por supuesto, también en la literatura que incluso posee un género especializado llamado “novela romántica”. Seguro que sabes de qué te hablo. 

Nos hicieron creer que necesitamos otra mitad para poder ser plenamente felices. Esta idea, que tiene su origen en la obra de Platón El Banquete, y que se escribió hacia el año 380 a.c., aun sigue vigente y nos inserta de lleno en la carencia, la dependencia y la falta de amor a nosotros mismos.  

¿Alguna vez te ha pasado que has creído que tu pareja “te completaba”? Pues esa es la idea que te lleva a pensar justamente que si no tienes pareja eres un ser incompleto.

Ese mismo impulso de carencia, es el que lleva a muchas personas a creer necesitar a otra persona para poder llenar sus vidas.  Aquí es donde la cosa se complica, porque te puedo asegurar que la relación que mantendrán con la futura pareja, cuando la encuentren, estará llena de necesidad y codependencia. Eso nunca sale bien. 

Son muchos los mecanismos que nos pueden llevar a ese escaso amor hacia nosotros mismos. Muchos de ellos se forjan en la infancia y posteriormente la historia se va repitiendo.

Estos mecanismos de los que ni siquiera somos conscientes, nos atrapan a un nivel tan profundo que si las relaciones acaban fracasando, pensamos que tenemos mala suerte y que el universo conspira en nuestra contra para jodernos todo lo que pueda. 

Y es que, el concepto de amor que cada uno de nosotros tiene, está fuertemente influenciado y condicionado por el mindset de la época en la cual nos ha tocado vivir, el contexto cultural y el lugar donde hayamos crecido. Cada persona tiene su propio concepto de qué significa amar. Por ejemplo, habrá personas que en su concepto de amor incluyan los celos, la posesión o el control. Ni que decir tiene que todo esto nada tiene que ver con amar realmente. 

El clasicazo de la media naranja

Atendamos con detenimiento una de las creencias más extendidas y más disfuncionales en torno al amor. La creencia en que en algún lugar de este mundo, existe tu media naranja.

Desde el momento en que nos pensamos y sentimos como seres incompletos, nos negamos la capacidad de poder crecer y descubrir nuestro verdadero potencial como ser humano. 

Ahora ya te has hecho una idea de que ciertas creencias se han ido implantando en tu manera de entender el amor y la pareja. Ahora dispones también de la capacidad de poner en duda todas esas ideas y, por tanto, poder elegir otra manera de entender el mundo de las relaciones. 

 ¿Te imaginas creer que la felicidad en el amor dependa exclusivamente del hecho de poder encontrar a ese único ser que supuestamente está hecho a medida para ti? Si esto fuera así, tu vida amorosa se convertiría en una carrera contrarreloj para ver si eres de las personas afortunadas que han podido conseguirlo. 

Vivir el amor desde ese sinsentido, te llevará a elegir a tus futuras parejas desde una lista previa que tú te habrás elaborado mentalmente, en función a tus deseos. En resumidas cuentas, la carta a los reyes magos reflejando cómo es tu pareja ideal o tu media naranja.

Imagínate qué injusticia para la persona que tendrás delante, pongamos en una cita, si sólo la podrás aceptar si cumple varios o todos los puntos de tu lista. Ni siquiera verás a esa persona, sólo veras a quien tú quieras ver en función de cuantos “check” puedes hacer en esa lista, dependiendo de si la persona los cumple o no. Desde este lugar no podrás abrirte a experimentar lo que la vida te ofrezca en ese momento.  

El camino hacia la naranja entera

No existe nadie que esté destinado a llenar tus vacíos, de la misma manera que tú no existes para llenar los vacíos de nadie.

Todos en algún momento de nuestras vidas hemos experimentados lo que llamamos “vacíos emocionales», esto es, sentir que te falta algo o alguien para ser feliz.

Pero, aunque ya te suene a camino trillado por el sector del crecimiento personal, lo cierto es que si tú previamente no has comprendido cuál es el origen de esos vacíos y de tu necesidad, nadie podrá hacer ese trabajo por ti. Entender para qué necesitas lo que necesitas, te abre las puertas al mundo de la consciencia en la manera de relacionarte.  

Por supuesto, no estoy diciendo que el ser humano no necesite de las relaciones y del amor que se forja a través de ellas para sentir mucha más plenitud en su vida. Pero, esto será muy distinto al hecho de no poder autosostenerse y necesitar que alguien lo haga por ti. 

Por otra parte, todas y cada una de las parejas que hayas tenido a lo largo de tu vida, ya han sido las parejas perfectas para ti. Es decir, has experimentado aquellas relaciones perfectas y necesarias para propiciar tu crecimiento como ser humano, en cada uno de tus momentos vitales.

Sé que esta idea no entra a la primera y probablemente te incomode. Para que puedas entender de esta manera tus relaciones, previamente habrás tenido que dejar de lado el victimismo y dar un paso hacia el gesto de hacerte responsable de tu propia vida y de tus propias elecciones. Pero te prometo que vale la pena si quieres mantener relaciones más satisfactorias.

La química del amor y el festival hormonal

Gran parte del sustento de la idea del amor romántico también está motivado por la fase de enamoramiento. Esta viene protagonizada por la revolución hormonal que se produce en nuestro cuerpo y  por la activación de las áreas más primitivas de nuestro cerebro.

Se produce a su vez, una serie de reacciones químicas que ponen en marcha el circuito del enamoramiento. Se activan neurotransmisores como la oxitocina que, aparte de provocar las contracciones del parto, también se libera durante el orgasmo y está muy relacionada con los lazos afectivos que se generan con la pareja.  

También se desregulan los niveles de serotonina, que es otro neurotransmisor que tiene que ver con el estado de ánimo. También regula la libido, la temperatura corporal y el apetito. Así, cuando las personas enamoradas dicen perder el apetito, en realidad es el efecto de la disminución de la serotonina. Asimismo, bajos niveles de esta hormona provoca que seas más proclive a las obsesiones. Así, ese “no dejo de pensar en ti” podría tener su explicación en este hecho. Siento romper el romanticismo.  

Por otra parte está la dopamina, que pone en acción los circuitos de recompensa y provoca la misma sensación de euforia que se asocia al consumo de algunas drogas como la cocaína o el alcohol. 

Como ves – y estas son sólo algunas de las hormonas que entran en juego – enamorarse implica una revolución corporal a nivel químico bastante importante. Tanto que podríamos decir que alguien enamorado, es alguien estresado a nivel fisiológico.

Pero ¿qué hay de las famosas mariposas en el estómago? Este estado intenso de estrés influye directamente en nuestra microbiota intestinal, que son esas microscópicas criaturas que habitan en nuestro intestino. Así que, lo que tan poéticamente llamamos “mariposas en el estómago”, no son mariposas si no nuestra microbiota revolucionada por el estrés, que es una de las muchas maneras en las cuales el cuerpo reacciona ante los estados emocionales intensos. 

Como el cuerpo, literalmente, no podría soportar estar por mucho tiempo en esa situación de estrés ocurre que, entre los 12 y 18 meses este despiporre hormonal se aplaca. Es entonces cuando los filtros distorsionadores empiezan a caer y empezamos a ver que nuestra pareja no es tan maravillosa como creíamos. 

 La verdadera relación

A partir de aquí, pueden ocurrir dos cosas:  

  • que las personas más enganchadas a las sensaciones del enamoramiento pensarán que la magia se ha perdido y que ya no sienten lo mismo. Estas personas seguramente saltarán a otra relación buscando el subidón de nuevo.  
  • que se siga apostando por elegir a esa persona a pesar de que ahora se vean otras partes que ya no gustan tanto.  

Y es que, cuando el enamoramiento termina es cuando empieza la verdadera relación.